3 feb 2011

JULIANA MACARRÓN Y BENJAMÍN PALENCIA: "RETAZOS DE UNA AMISTAD"

En 1895, abría sus puertas en la calle Jovellanos de Madrid, un establecimiento comercial dedicado a la venta de todo tipo de útiles para las Bellas Artes, que estaría llamado a ser una institución en su género, siendo muy numeroso el grupo de artistas que lo frecuentaron.

 Retrato de Juliana Macarrón, 
por Manuel Alcorlo.(El Punto de las artes)
Tanto su fundador Ángel Macarrón, como sus hijos, siempre se distinguieron por dispensar un trato entrañable a sus clientes lo que, con frecuencia, derivaba en una relación mucho más allá de la puramente profesional. Un ejemplo paradigmático es la que mantuvo la familia Macarrón con el pintor Benjamín Palencia, quien, ya desde sus inicios artísticos en el primer tercio del siglo XX, era un habitual de la casa, perdurando esta relación a lo largo del  tiempo.[1]
Sin embargo, sería con uno de los miembros de esta familia, Juliana, hija de Ángel Macarrón, con quien dicha amistad alcanzaría su máxima expresión, sobrepasando ésta el ámbito familiar hasta el punto que muchos les llegarían a considerar novios.

La guerra civil abriría un paréntesis en la actividad de Benjamín, quien, -por lo que conocemos,-  pasó la contienda en Madrid; vivía entonces en su casa de Argüelles, que resultaría dañada por los bombardeos; este suceso y la gran amistad que mantenía con Juliana, propició una corta estancia del pintor en casa de la familia Macarrón, hasta que pudo trasladarse a su estudio de la calle Sagasta, mucho más alejado del frente.
En la posguerra, la familia Macarrón proseguiría en su apuesta por el arte y así, en 1942 abriría sus puertas como sala de exposiciones, los “Salones Macarrón”, inaugurando con una muestra colectiva de pintores amigos entre los que no podía faltar la obra de Palencia que repetiría al año siguiente con una muestra individual de su obra, entre las que se incluía una talla directa en piedra: “rostro ibérico”
A partir de la década de los años cuarenta se conservan varias cartas[2] inéditas, dirigidas a Juliana, en las que Benjamín, nos sorprende con un marcado lenguaje poético, no exento de cierta ingenuidad, con el que nos adentra en el paisaje de Villafranca de la Sierra, tantas veces recreado en sus lienzos.
El contenido de las mismas merece ser destacado, pues ayuda a enfocar al personaje desde un punto de vista distinto al habitual.






Villafranca de la Sierra 23 Julio 1945

Amiga Juliana: recibí su magnifico presente dedicado al día de mi santo. Muchas  gracias por esta atención tan estimada aquí en esta soledad mía.
Recojiendo limosnas en mi plato de oro vestido de jardín ya esta el pintor viviendo en resplandor creciente la cabellera de la aurora de rosas, lejos de las disipaciones envidiosas de ese Madrid; aquí los pastores sacan de sus establos hasta las sientes pastar sus cabras ganando las simas de los montes buscando las yerbas que cubren las espaciosas vertientes.
Heme aquí estimada amiga bien lejos y en región diversa esperando que mi musa me de las dulces primicias de los trabajos campestres.
Aquí las gentes no comprenden a los pintores. Estos están desnudos de afectos poéticos,  ellos viven demasiado agarrados al impulso de la sangre ciegos para la vida del espíritu, por eso pisan las flores y no oyen el canto amoroso del pájaro y si no fuera por los pintores y los poetas que seria de la naturaleza!
Mil afectos para su querida Madre y para V. de este amigo que no las olvida.

                                                                                                                                 Benjamín Palencia

                   
Por otra carta dirigida a Juliana, constatamos su estancia en Toledo durante marzo de 1943, en compañía del pintor Francisco San José, fiel seguidor de Benjamín desde que éste iniciara su segunda experiencia vallecana; en la carta, además de invitar a Juliana a visitar la ciudad, le participa el motivo de su estancia que no es otro que preparar una obra para presentarla a la Exposición Nacional de ese año. Benjamín sería Primera Medalla por su obra “Toledo”.


Toledo, 1943. Primera Medalla en Exposición Nacional de ese mismo año.
En otra de las cartas, fechada en 1951, Benjamín le encarga a Juliana la realización de un bastidor para la ejecución de una obra que éste quería presentar a la I Bienal Hispanoamericana que se organizaba ese año en Madrid. El jurado consideró su obra merecedora del Gran Premio de Pintura, lo que conllevaría un respaldo oficial a su trabajo. Este galardón, permitió igualmente, que su figura y a la postre, su obra, comenzara a ser conocida y aclamada en su provincia natal en la que, gradualmente, se irían sucediendo los reconocimientos:

Villafranca de la Sierra, 16 Septiembre 1951
Amiga Juliana: Necesito que me hagan un bastidor de 100x200 para una tela para la exposición Bienal, Esto lo realicen enseguida para el miércoles, tiene que estar hecho. Yo estaré en esa próximamente para ese día. Muchos afectos para todos los hermanos con un saludo afectuoso de su amigo.

                      Benjamín


Villafranca de la Sierra, 21 Julio 1963


Querida amiga Juliana: Los días se van sucediendo en este bien estar de vivir juntamente con el trabajo de todos los días, estos paisajes siguen siendo bellísimos y muy de Ávila, siempre con frío.
Juliana me figuro que el marco del cuadro “Toledo” estará terminado y habrá resultado bellísimo como siempre que nos ocupamos con interés. Si esta para entregarlo ya sabe que lo tiene que hacer ha la encargada de la Joyería Suiza de la Gran Vía, la encargada se llama Rosario lo entregan con la factura del marco, porque este va por cuenta de ellos, bien embalado porque tendrá que ir a Suiza. Muchas gracias y siento mucho no haberlo visto porque habrá quedado muy bien. Muchos recuerdos a Graciano y Justina. Haber si nos vemos pronto.                                                                                                       Benjamín Palencia


Las dedicatorias que recibe Juliana de Benjamín, se acumulan en casa de ésta; unas veces, vienen escritas sobre textos impresos del propio artista, otras, sobre catálogos de sus muchas exposiciones. El tiempo dedicado a la preparación de éstas; sus, cada vez más frecuentes salidas de Madrid y sobre todo, sus largos retiros en Villafranca, posibilitaron un cierto distanciamiento motivado por por la acumulación de obligaciones del pintor y el hecho de que Juliana, debido a la edad, no se prodigase en el negocio familiar.
En todo caso, un dato que refleja en su verdadera dimensión la gran amistad que ambos se dispensaron, nos lo ofrece un “secreto a voces”, muy difundido entre las personas pertenecientes a círculos vinculados al mundo del arte de ese momento, en el que se afirmaba que “ Los mejores Palencias los conservaba Juliana”, -al parecer, algunos de fechas muy tempranas-.
Sobre este particular, Tomás Paredes,[3] nos refiere que, en cierta ocasión un embajador español conocedor del rumor, intentó la compra de los cuadros, accediendo Juliana solamente a mostrárselos; una vez vistos, éste insistiría, rogándole a Juliana “...Señora, todo tiene un precio en esta vida, póngaselo a estos cuadros...” La respuesta de Juliana, contundente, no dejó lugar a dudas “...Puede ser, pero estas obras no lo tienen y no se venderán mientras yo viva...”





“...Quiero vivir dormir velar contigo

abrazarte y sentirte mía mía
robada y cálida a magia de presión
oh mi difícil oh mi imposible oh mi homicida
quiero extinguirme clásico y nacerme   romántico
arder soñar y despertar contigo
mi contraria, mi mente
contrariamente mía
mi ajena y siempre enfrente
y yo dentro de ti
por suspensión de carmesí en acuario

Y te llamabas hasta ayer pintura
yo hoy Raíz y Flor de Frente...”

(Primeros versos de “la única” poema dedicado por    Gerardo Diego a Benjamín Palencia)









                     Pedro José Jaén Sánchez
                  Licenciado en Geografía e Historia


[1] Todo lo concerniente a la adquisición de bastidores, telas, pinturas, traslados y enmarcado de sus obras siempre lo dejó Benjamín en manos de la casa Macarrón. Los últimos encargos de envergadura realizados por el pintor, se refieren a la donación realizada al Museo de Albacete en 1978 y su última exposición en la galería Biosca en 1980, cuyos trabajos se realizaron en este establecimiento.
[2] Dichas cartas fueron cedidas generosamente al autor del presente artículo por D. Rafael Macarrón  a quien expresamos nuestro más sincero agradecimiento.
[3] El Punto de las Artes. Enero,1990. Madrid

1 comentario:

  1. Creo que la fecha de fallecimiento de Juliana Macarrón es incorrecta y debería ser 1986. La esquela: http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1986/04/27/109.html
    Un saludo.

    ResponderEliminar